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viernes, 26 de agosto de 2011

Capítulo 6 El Puente

ÉRAKON
CHAPTER 6
EL PUENTE
VÍCTOR

Isabel me ha informado de que no podemos hasta el viernes, ya que su madre se niega a llevarnos un día de colegio. Pues vaya, ¿ahora qué nos hará el libro? Tengo ya bastante cosas en mente que podrían pasar. Así que, hoy lunes, hemos ido a la biblioteca, para coger el libro. Y preguntarle lo que nos ha pasado y qué tiene él en nuestra contra. Para empezar, ¿qué hemos hecho nosotros para que ahora nos ataque? Porque no ha pasado el plazo, ya que era para una semana... Por cierto, si es una semana... Creo que el viernes será el último día para llevarnos al lago y echar los elementos. No puedo parar de pensar en qué cosas pasarán en Érakon.

“¿Qué tal el chapuzón y la barbacoa?” Pregunta el libro. Puedo ver que Isabel está de los nervios como para que le gasten una broma de estas.

-Dejate de tonterías y contesta: ¿por qué nos estás atacando cuando aun no ha pasado el plazo?

“Bueno, es para tres razones: la primera es para que no estéis tan tranquilos; la segunda es para que os deis prisa; y la tercera, es una demostración de lo que os pasará. Bueno, será algo peor que esas cosas, pero bueno...”

Mi rostro se ensombrece nada más leer las palabras del libro. Si esto es una demostración de lo que nos podría pasar... ¿Qué peligros serán los de Érakon? Mucho peores, seguro. Pero ya no puedo echarme atrás. Es culpa mía haber abierto el libro – culpa mía y de Isabel – así que tengo que seguir adelante. Ya no hay vuelta atrás. Habíamos ignorado las advertencias del libro y a consecuencia de ello, nos pasan estas cosas. Por eso, ya no hay nada que podamos hacer.

-Pero, no podremos ir hasta el lago Covadonga hasta el viernes. ¿Podrías parar de hacer esas cosas hasta ese día? Molesta un poco, ¿sabes? A mí no me hace mucha gracia estar apunto de morir ahogado.

-Ni a mí morir calcinada-Suspira Isabel.

“Vale, pararé. Eso si, si no es el viernes, ya no podréis abrir el puente. Esas cosas que os pasaron son tan solo cosas que pasan en vuestra mente. Pero, si no podréis abrir el puente, esas cosas pasarán realmente”

Trago saliva, ¿así que eso de por poco morirme no era una realidad?

“No, no lo era. Pero a ti te ha parecido real, ¿eh?”

Cerramos el libro.

-No sé como has conseguido que tu madre nos lleve...-Le digo a Isabel.
-Ya, se negaba, porque ahí hacía mucho frío. Pero después de “suplicarle” dijo que nos llevaría.
-Está bien. No sé que más podrá contarnos el libro, así que no creo que debamos volver a la biblioteca.
-Está bien... Víctor, ¿también estás nervioso? Por lo que podría pasar en Érakon.-Al parecer, ella piensa lo mismo que yo.
-Un poco-mucho-, pero ahora no puedo echarme atrás. Así que, ¿por qué temerle a algo que va a pasar inevitablemente? Además, podríamos salir vivos de Érakon. Pero, de lo que nos pasará si no abrimos el puente, seguro que no saldremos vivos. Ni nosotros ni nuestras familias.
-Además, hemos llegado tan lejos...-Suspira. Luego, se levanta y con un gesto, se despide. Sonrío y luego, yo también salgo de la biblioteca y me dirijo a mi casa.

Martes, la misma rutina. Ir a la escuela, estudiar, los deberes... Esas cosas que me gustan a mí tan poco pero tengo que soportar. Se sienten cada vez más nervios, ya que no puedo parar de pensar en Érakon. Creí que tardaríamos más en entrar en aquel mundo. Tan solo, tres días para ir la lago Covadonga y abrir el puente. Los que me rodean no notan que estoy nervioso, me alegro de ello. No me gusta que la gente pregunte por que me ocurre. Vale, soy muy buen mentiroso, pero cuando tengo nervios, ya no lo soy tanto. Y llego a mi casa, esta vez, mirando bien el número, ya que no quiero equivocarme y que ese señor me vuelva a chillar. Todo bien, hago lo que me piden, como si fuera un día normal

Miércoles, todo igual, pero ahora, por culpa de los nervios, las cosas comienzan a fallar. Se nota que estoy algo despistado, aunque creo que aun no lo notan. Tsk, ignorantes... Hoy he roto cinco vasos de cristal. Tres, ni más ni menos. Y no es broma. Lo peor es que los rompí todos a la vez. ¿Alguien supera mi record? Pasado mañana iremos al lago Covadonga y no tengo ni idea de por qué cuento los días para que me entren todavía más nervios.

Jueves, ahora sí que lo han notado. Todos me preguntan: “Víctor, ¿estás bien?” Para empezar, me he caído tres veces en educación física. Y no he atendido... en unas cuantas clases. Vale, eso ya es normal en mí. Pero por lo demás, nada, sigo en distraído. Y ahora, dicen que a lo mejor tengo fiebre y que debería volver a mi casa. Bah, pero no. Yo estoy bien. Me he quedado en mi habitación todo el rato para no romper ni un solo vaso más. Otra de las razones es que acababa de llegar Carlos a contarle a mi madre lo de la botella. Puedo escuchar que ahora hablan de mi extraño comportamiento. ¿No podríais hablar de otra cosa? Por ejemplo, del tiempo, de la crisis... De algo que no sea yo, por favor... Mañana es el día, mañana estaremos en el Lago Covadonga...

Viernes, ¡hoy es el día y el tiempo se me hace muy largo! ¿Puede ser que una hora me resulten como tres? Espero a que se acaben las malditas clases, como no, se me hacen muy largas. Quiero ir ya al lago, descubrir Érakon, saber si es verdad... Salgo de la escuela, como no, agotado. Me ha parecido una eternidad. Le he dicho a mi madre que iré al lago Covadonga con una amiga. Menos mal que ella no es tan malpensada como su madre. Bueno, mejor. Si es que así no hace preguntas y me deja ir. Seguro que quiere librarse de mí, seguro. Vamos... que llegue la hora, que llegue la hora. Y no, que no llega. Tengo que entretenerme con algo. A lo mejor echan algo bueno en la televisión... Bah, no sé para qué me molesto en mirar, ya que seguro que no habrá nada interesante. Los típicos dibujos animados para críos. Y he acertado. Miro la televisión, la miro, pero no echo cuenta a los dibujos. Es como estar viendo una cosa pero no darse cuenta de qué ves. Miro el reloj y luego a la pantalla. Y así unas cuantas veces, hasta que ya es la hora. Me vendrán a recoger dentro de unos quince minutos. Miro como voy vestido, bueno, estoy bien. Y ahora, a esperar y a esperar... Hasta que escucho el motor de un coche. Miro por la ventana. Es el coche del vecino; si, ese hombre que estaba de tan mal humor cuando llamé a su puerta. Suspiro y dejo de prestar atención. Bien... o llamarán a mi casa o gritarán... Entonces, escucho el claxon de un coche. Miro por la ventana y esta vez sí que son ellas. Cojo los materiales que decía el libro, que estaban en una bolsa; y salgo afuera. Me meto en el coche. Había calefacción, se escuchaba una suave música de jazz. La madre de Isabel estaba tras el volante, como no. Y su hija, en el asiento del copiloto. Luego, sale mi madre y empieza a hablar con la madre de Isabel. Y mira que son charlatanas las madres. Luego, después de... ¿media hora? Vale, exagero. Después de un rato, arranca el coche y nos ponemos en marcha al lago Covadonga.
-Umm... sabéis que aquí ya no hay fósiles, ¿verdad?-Pregunta, mientras conduce.
Jo, ¿ahora que excusa me invento?
-¿Quién sabrá?-Se apresura a responder Isabel-¡Además, me gustaría ir un rato al aire libre!
-¿Tú? ¿El aire libre? Además, en invierno no es tan bonito como en primavera. Víctor, ¿para qué vas tú?-Oh, vaya...
-Eh... bueno, yo nunca he ido.-Qué excusa más mala, en serio. En realidad, sí que he ido, pero no se me ocurre nada mejor que decir.
-¿Nunca?
-No.
Al parecer, está extrañada. Pero no le vamos a decir la verdad. Al menos, se lo ha tragado. O eso creo... Por fin hemos llegado, salgo del coche, no me gusta mucho estar encerrado. Además, no me gusta el olor a gasolina.
Tenemos que esperar hasta el crepúsculo, lo cual, tardará unas cuantas horas. Miramos el lago durante un tiempo. Hasta que entonces, la madre se va un momento. Este es el mejor momento para hablar con Isabel.
-¿Lo tienes todo?-Pregunto. Ella asiente y de su bolso, saca la piedra volcánica.
-¿Tú?-Señalo la bolsa de plástico. Entonces, mira a dentro. La botella está cerrada, lo cual, el aire no puede escaparse. Y en vez de una hoja de hiedra, me he traído unas cuantas, por si acaso se estropean.
-Perfecto-Dice-Ahora solo falta esperar...
-El problema es, ¿tu madre nos dejará aquí hasta al anochecer?
-No lo sé, pero creo que sí.-Entonces, en este momento, vuelve. Nosotros, hacemos una “falsa” conversación. Sobre cosas que nos pasan y eso. Y cuando se vuelve a ir, hablamos del mismo tema. De nuestros nervios, qué pasaría... Hasta que su madre tuvo que sacar el tema.
-Vosotros sabéis de Érakon, ¿verdad?-Sonríe.
-Eh... si.-Creo que lo sabe porque es arqueóloga.
-Al parecer, el libro ha desaparecido y lo buscan por todas partes, es una lástima, ¿verdad?-Trago saliva.
-Si, qué lástima... Lo habrán robado.-Dice Isabel, también, algo nerviosa. El libro ha desaparecido y nosotros estábamos leyéndolo el lunes.
-Aunque, parece casi imposible. El libro estaba bastante protegido.
-En un despiste se puede cometer un robo-Murmuro, un intento de que vuelva a pensar que es un robo.
-Umm... No creo que la seguridad fuese tan mala. A no ser que el libro desapareciese por arte de magia, es imposible que lo roben-Luego, suelta una carcajada.
<> Yo también suelto una carcajada, algo falsa.

Puedo ver como el sol empieza a esconderse, le lanzo una mirada cómplice a Isabel. Ella también lo mira y se levanta rápidamente. Su madre, también lo hace.
-¿A donde vais? Ya nos vamos. Está oscureciendo-
-Un momento, por favor-Dice Isabel, entonces, me levanto y los dos vamos corriendo al lago. Isabel echa la roca volcánica al lago y yo, la hoja y la botella. Me siento algo mal por tirar una botella de plástico al agua, pero es necesario. Entonces, con un palo del suelo, hago un círculo bastante irregular.
-Um... ¿eso es un círculo?-me pregunta Isabel.
-Bueno, tiene forma circular, podría servir.
-¡No, tiene que ser perfecto!-Dicho esto, me quita el palo de las manos y dibuja uno. Bueno, está mejor que el mío, tengo que admitirlo. Nos metemos en el círculo. Pasan unos cinco minutos, pero nada. La madre de Isabel empieza a llamarnos.
-¡Vamos!
Entonces, pasa algo increíble. El lago, comienza a arremolinarse. Y debajo de nuestros pies... Agua. No es broma, es como una catarata que en vez de ir hacia abajo, va hacia arriba. Un remolino de agua, que nos envuelve. El aire empieza a revolver los cabellos de Isabel, entonces, me doy cuenta de mi gorra. Me la agarro con fuerza. Si, prefiero agarrar mi gorra antes de morir. ¿Pasa algo? Entonces, al mirar arriba, puedo ver un agujero, formado tan solo por luz. Me ciega nada más verlo, todo es blanco... Tantos giros hace que me maree y la velocidad... Entonces, se vuelve todo negro.

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